Gota a gota
Queremos y no queremos

José Cretario analiza qué deseamos y qué no para estos siete días grandes en Sevilla
Queremos
Ver pasos. Parece una perogrullada pero no. La gigantización de los cortejos impide a pie parado ver con cierta normalidad una cofradía. Hay que tragarse miles de nazarenos antes de que lleguen los pasos. Las hermandades están tardando mucho en autorregular sus cortejos. Cuando ... irremediablemente llegue ese momento lo mismo es tarde. Queremos ver pasos, sí, no solo manifestaciones de nazarenos.
Excelencia. Varios de los mejores estrenos de 2025 se enmarcan en ese territorio de calidad extrema que ha hecho grande nuestra Semana Santa. Ahí está el nuevo misterio del Divino Perdón de Alcosa, obra espectacular de Arteaga o el manto de Reyes Bernardino para la Virgen de Consolación de la Sed o la diadema y el nuevo puñal de la Piedad de los Delgado, o la toca de Juanita Reina de Paquili. No hay otro camino si queremos conservar bien lo que los siglos nos han legado.
Estampas. No son modas, son necesidades. Que el Cristo de las Misericordias de Santa Cruz salga con el nimbo, que La Estrella o La Amargura hayan recuperado su mejor momento estético o que el Soberano Poder de San Gonzalo adquiera una dimensión distinta con la túnica blanca son cosas que deberían estar preservadas incluso por la ley. No la toquéis más que así es la rosa. No son modas, es la belleza llevada al extremo.
Macarena. Queremos a esta Esperanza. Radiante, dorada, poderosa, Rosa de Oro. Tanta luz tiene a su alrededor que hasta se mitigan los problemas que presenta su policromía y que hacen más que necesaria una restauración a fondo y además que sea impecable. Pero el aspecto que presenta este año la Virgen es el mejor al menos de la última década. Lo mismo es por el jubileo de Caro Romero: «No sé con qué está más guapa la Esperanza Macarena...»
Madrugada. A los 25 años de los primeros sucesos la noche no se ha terminado de recuperar. El público habitual ha sido sustituido por otro que sale a la calle a la fiesta y a vivir «experiencias». Lo mismo algo de contención en la puesta en escena de las cofradías contribuye a que vuelva el público de siempre.
Saetas. La iniciativa de hermanos de Los Gitanos para contratar a grandes cantaores para la Madrugada es elogiable e imitable. La saeta ha sido un género que ha ido de mal en peor. Tomado por los aficionados, se perdieron los grandes intérpretes que hicieron grande este género. A ver si este año que el Sacri está en los cielos la vamos recuperando poco a poco.
Aromas. El azahar se marchó. La lluvia y el viento nos robaron el perfume que cada vez es más complicado que llegue a la Semana Santa. Pero hay más olores. Son los que queremos que permanezcan.
No queremos
Dormirnos. El debate sobre la limitación de los nazarenos sigue abierto. A ver este año como se da la Madrugada si se cumplen las previsiones de que todas las cofradías van a batir marcas y que la Macarena sacará casi 4.300 cirios. El gigantismo es el gran mal. Pero hasta que se busca una solución o un algoritmo para limitar el número de integrantes de un cortejo (nazarenos, bandas, representaciones) hay una medida: la velocidad. Las cofradías son muy lentas debido a la manera de andar de los pasos. Lo habitual ahora es que suene una marcha cada dos chicotás y con música la mayoría de los pasos se quedan clavados o empiezan a bailar, sobre todo algunos misterios. Si se le imprimiera los cortejos un ritmo mayor, el problema del gigantismo se atenuaría un poco.
Decisiones ilógicas. El Cecop le pide a las cofradías que comuniquen cuanto antes su decisión de no salir si hay lluvia. Este mensaje del organismo de coordinación viene motivado especialmente por lo que ocurrió el año pasado con El Calvario. Desde primeras horas de la noche y por las previsiones se sabía que nadie iba a salir. Pero la hermandad de la Magdalena esperó a su hora, a las 3'30 de la Madrugada para reunirse y tomar la decisión a la manera tradicional. Decenas y decenas de efectivos tuvieron que estar pendientes hasta esa hora antes de desmontar los servicios. Una espera que costó dinero. Aquí, y en algunos casos, no todos, las cofradías sí tienen que adaptarse a las actuales y nuevas circunstancias.
Mamarrachos. Las redes sociales y a veces también los medios convencionales han surtido de papafritas el mundo de la comunicación. Hay gente que se hace llamar «influencer» que con sus mamarrachadas está haciendo un daño tremendo. Porque, en esta sociedad tan vulnerable y líquida, se les toma como referencias. Y a veces desde el mundo de las hermandades incluso se les hace el juego.
Low cost. No solo es Paquistán el gran enemigo de las Artes de la Semana Santa. A veces el virus esta dentro. Ninguna hermandad tiene ya la excusa de tener poco presupuesto para hacer algo de una calidad aceptable. Por poner un ejemplo: las nuevas figuras del misterio de Torreblanca y algunos otros elementos que ha estrenado la cofradía son un exponente de cómo a veces se sortean los caminos de la excelencia. Y es extraño en Torreblanca porque hicieron un gran paso de misterio. De la toca de Constantina o del manto de Morón mejor ni hablamos. Huelen a kebab
Mercadotecnia. Cada uno se gana la vida como puede. Eso es legítimo. Pero el auge de la Semana Santa en todos los sentidos ha provocado que muchas empresas y particulares quieran hacer negocio acercándose a este mundo. Algunas veces de manera acertada pero otras no. Muchas veces es el mismo público el que le da la espalda como fue a esa recreación teatralizada de la última cena que se tuvo que suspender. Dicen que fue por falta de reservas.... o no.
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